Uno de los aspectos que más afectan las relaciones familiares o de amistad es la dificultad para señalar errores o formular críticas sin herir o provocar resistencia, lo cual puede conducir a veces a dolorosas rupturas. Podrían evitarse muchos conflictos si se expresara oportuna y adecuadamente aquello que la otra persona dijo o hizo que nos molestó, pero con frecuencia estas situaciones se callan hasta que terminan desembocando en episodios de tensión e incluso de violencia que lastiman a todas las partes.

De ahí la importancia de comunicar con actitud constructiva los señalamientos o críticas a nuestros familiares o amigos, evitando al hacerlo el uso de calificativos o juicios que los incomoden o arrinconen, porque no se trata de tomar venganza sino de hacerles ver el comportamiento que desearíamos que cambie y ayudarle a tomar conciencia del efecto que nos causó.

En ese sentido, la mejor manera de hacer una crítica es simplemente describir los hechos sin juzgar a la persona, explicando las consecuencias que esto tuvo en la relación con comentarios como “tu actitud me hizo sentir de esta u otra forma”, sin extendernos ni insistir demasiado, pues la brevedad y claridad con que lo expongamos ayudarán a que el mensaje pueda ser bien interpretado.

En realidad, se le está pidiendo a esa persona que comprenda el malestar que su actitud ha despertado, evitando en todo momento hacerla sentir culpable. Pero también es importante conocer su punto de vista, estando abiertos a la posibilidad de una mala interpretación de nuestra parte. Puede ser provechoso manifestarle que confiamos en que no actuó de mala fe y que estamos dispuestos a superar la situación. Si a pesar de habernos comunicado de esta forma se niega a aceptar nuestro señalamiento, es mejor suspender la conversación pues no se trata de imponerle un punto de vista que evidentemente no comparte.

Para facilitar un tipo de conversación que suele producir incomodidad, es conveniente usar un tono de voz tranquilo y conciliador, gestos y palabras que no ofendan, buscando que la persona se sienta en todo momento respetada. A la vez, se debe descartar el uso negativo del verbo Ser, por ejemplo diciéndole “eres grosero/a”  porque esto invariablemente le hará sentirse ofendida y atacada. También hay que evitar generalizaciones como “siempre te portas así” o “nunca te das cuenta de tus errores”, que además de ser incorrectas tienden a provocar rechazo y resistencia en la otra parte.

Una buena manera de iniciar la conversación es elegir un momento y lugar adecuado para hacer el señalamiento, reconociendo nuestros sentimientos al respecto y mostrando alternativas a la actuación que nos hizo sentir incómodos o rechazados. Por ejemplo: “me sentí dolida por la forma en que me hablaste y hubiese preferido que no me calificaras de esa manera”. Si nuestro interlocutor/a se muestra receptivo y nos pide disculpas, es necesario mostrar apertura y disposición de perdonarle.

Si se trata en cambio de una crítica que estamos recibiendo es importante prestar atención a lo que nos dicen sin ponernos a la defensiva, pidiendo las aclaraciones que nos parezcan necesarias o incluso solicitando la opinión acerca de cómo considera esa persona que debimos haber actuado. Siempre es conveniente ser receptivos a la crítica, valorando el hecho de que quien la hace está tomando un riesgo al plantearla. Si no estamos de acuerdo con lo que nos ha dicho, podemos agradecer de todos modos su esfuerzo y reflexionar posteriormente sobre lo que nos ha expresado.

Sin embargo, cuando se trata de una crítica ofensiva, planteada en forma burlona, expuesta delante de otras personas o claramente malintencionada, es importante  poner límites y defendernos, aun cuando se corra el riesgo de que ese familiar o amigo se moleste o decida alejarse. Otra posibilidad es no darle importancia al tema, en especial cuando se trata de comentarios irónicos, preguntando por ejemplo por qué está actuando de esa manera tan extraña. A una manifestación de grosería siempre se puede responder en tono calmo, incluso para poner fin a la conversación y marcharse.

Una persona con sólida autoestima, sabrá valorar en forma constructiva las críticas, más allá de la sorpresa que pueda sentir o de la incomodidad inicial, pero si tiene dificultades de auto aceptación, podría percibir que se la está atacando en forma injustificada y cerrarse. Mientras más se depende de la auto imagen, es decir, de cómo cree la persona que la perciben los demás, más dificultades tendrá para aceptar los errores cometidos, independientemente de la forma en que se le señalen. En cambio, su autoestima saldrá fortalecida si depone la excesiva dependencia de la opinión ajena y muestra apertura a los señalamientos que sus familiares o amigos le hacen.

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